Hoy el día pinta glorioso, jamás en mi vida el Sol había lucido tan brillante y las flores tan bellas. Concretamente, no sólo es hoy, hace una dos semanas que estoy así, más o menos desde mi 14 cumpleaños. Hasta parezco más guapa. He crecido por lo menos cinco centímetros lo que me deja con unas piernas más largas que la media. Mi pelo, castaño claro, ha adquirido un brillo deslumbrante que me hace parecer más rubia; y parece que por fin mis desagradables amigos los granos me han abandonado y al pasarme las manos sobre mi piel suave y fina no puedo sino brincar de alegría. Un poco pálida si que estoy, eso es cierto, pero mi madre dice que se debe al estirón que he pegado, que estoy un poco desnutrida. Desde entonces, venga a empapuzarme de hierro.
Bueno, volviendo al día de hoy. Esta mañana me he puesto unos pantalones cortos de cuadros verdes y negros y uan sueve camiseta de algodón verde por dentro; se ve que me sientan bien porque al pasar por los pasillos del insti siento los ojos de todo el mundo (sobre todo de los homínidos de género masculino) clavados sobre mí. Pero paso rápido y con la mirada gacha, no sé que hacer cuando soy el centro de atención, nunca ha sido mi fuerte eso de socializar. Además, ahora me toca examen de Biología y los nervios se han llevado todo lo aprendido dejándome un vacío extraño en la cabeza. ¡Dios mío qué nervios! Ya no estoy tan segura de que con dos horas de estudio me diera para pasar del notable. Sacar el libro y guardar el diario, eso es lo que tengo que hacer, todavía me da tiempo a un último vistazo.
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El examen genial, me ha salido de película. Me acordaba de todo, hasta de los más nimios detalles que no recordaba ni haber estudiado. Cuando Polly me pregunta qué tal, se lo cuento; a lo que ella responde: "A eso se le llama memoria fotográfica, niña." Seguro que a ella le ha salido muy bien el control, es la lista de la clase y sería "la empollona" si no le cayera tan bien a todo el mundo. Pelo rizado y oscuro, ojos grandes y una sonrisa más grande aún, esa es Amapola. O Polly para los amigos.
En un pispás me cambio el conjunto verde por una camiseta y unas mallas de deporte, pues toca Educación Física con el señor Gregorio. El profesor es un hombre de unos cincuenta atlético para su edad, budista y que si no enseñara gimnasia daría Filosofía.
Sonrío, ésta es mi clase preferida. Da igual el deporte que toque, yo me esmero al máximo y suelo superar a todas las chicas y a la mayoría de los chicos. Hoy toca correr y noto que la energía me recorre las venas como preliminar, ha llegado la hora de liberar tensiones.
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"Eh, Exia, ¡qué crack!" "¡Velocista!" Polly aparece y me sonríe. "Vaya semanita que llevas, ¿eh? No te había visto correr tan rápido en toda tu vida". "No sé, habrá sido cuestión de adrenalina" Lo cierto es que esta vez me he superado con creces. Treinta vueltas en una hora. En serio. Ni yo misma me lo creo; ¿quién corre a 30 km/h sin cansarse? Nadie que to sepa. "Me has adelantado por lo menos diez veces por vuelta, a mí y a todos incluído Jamie. Siempre ha sido el mejor y ahora... Esto no es normal, a lo mejor estás enferma" "Yo no me siento enferma, para nada" Se encoge de hombros y se va, visíblemente confundida. Genial. Nada es nunca lo suficientemente extraño como para desencajar a Polly, ella siempre tiene a mano un razonamiento lógico a cualquier situación, ¿por qué conmigo no? ¿Qué me está pasando?
Mastico una galleta d emaíz con chocolate, pero no se me pasa el hambre. Me como un par más y, al final, me termino el paquete de ocho, pero la sensación continúa. Me viene una arcada y me tengo que apoyar en un árbol para no caerme. ¿Tendrá razón Polly y estaré enferma?
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